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Más casas de venta de armas que "gasolineras" en Estados Unidos

Más casas de venta de armas que "gasolineras" en Estados Unidos:
Es difícil, pero no imposible, cuantificar la cantidad de episodios que involucran el uso de armas de fuego en los Estados Unidos para matar y herir a grupos de personas en espacios públicos.
El viernes pasado, una nueva masacre conmovió al mundo por la crueldad: la mayor parte de los que perecieron bajo las balas fueron niños.
El dato que rodea a este hecho (y tantas decenas de sucesos similares) es la tremenda disponibilidad de armas que hay en ese país, el más armado y violento del mundo.
Allí, los clientes de un supermercado pueden llevar como recuerdos personales armas y balas, con absoluta tranquilidad. O, por ejemplo, se puede conseguir con más facilidad una armería que una estación de servicio para cargar combustible en el coche.
En ese país, hay un cuarto de millón de comercios dedicados a vender armas en todos sus tipos y calibres y las correspondientes municiones.
Absolutamente sordo a las recomendaciones de las Naciones Unidas y ajeno a toda iniciativa para controlar la tenencia, portación, utilización, fabricación y exportación de armas, Estados Unidos es una bomba de tiempo siempre activa.
Pero no sólo representa un peligro interno, sino para el mundo entero. No hablamos aquí de “la guerra de las galaxias” ni de las guerras de invasión y destrucción por petróleo, reconstrucción y medicamentos, sino de armas comunes y corrientes, las que técnicamente son denominadas “ligeras y pequeñas”.
Sus 1.059 empresas con licencia para la fabricación de armas producen cada año unos cuatro millones de unidades que “necesitan” quién las compre y use, para poder seguir fabricando balas.
También el movimiento de esa industria requiere que esas armas se vayan, se pierdan, sean robadas y hasta que la moda las desactualice, para poder venderle otra más al mismo fanático que compró la anterior. Por eso, el comercio anual de venta asciende a una cifra cercana a los 10 millones de piezas nuevas y usadas.
Cuando decimos que las tristemente célebres masacres escolares de los Estados Unidos no son el único emergente de que haya tantas armas al alcance de cualquier mano, nos referimos también a que, por ejemplo, el 80 por ciento del poder de fuego de las bandas narcocriminales que azotan a México proviene de los Estados Unidos.
Así, esta situación se ve más como una oportunidad comercial que como la causante de un alto porcentaje de las 50 mil muertes por año que se han producido allí o de las 150 mil muertes violentas que se producen en todo el continente.
Se ha dicho con insistencia que, además de las masacres en los campus escolares o universitarios, cines o centros comerciales, las armas estadounidenses trasponen sus fronteras sin que se les mueva un pelo a las autoridades a la hora de controlarlas.
El presidente Barack Obama ha atinado a decretar unos días de duelo. No es suficiente.
Momento triste pero oportuno para que el mandatario de una de las potencias más porfiadas del mundo a la hora de comprender la necesidad de controlar el comercio de armas vea la dimensión de un problema del que su país es partícipe necesario y cuyas consecuencias también se sufren fuera de sus fronteras.
*Cofundador de la Red Argentina para el Desarme y de la Coalición Latinoamericana para la Prevención de la Violencia Armada.