Demorará días desagotar las calles de Freyre:
Freyre. Numerosas calles de este pueblo de ocho mil habitantes parecían verdaderos ríos. No hay pueblo o ciudad que aguante sin serios trastornos los 280 milímetros que en sólo dos días cayeron sobre Freyre, en el nordeste provincial. A los 250 del martes, se sumaron algo más de 30 ayer. Pero anoche, otra fuerte precipitación agravaba la situación.
El peor panorama se presentaba en la zona oeste, donde el agua de los campos ingresaba de manera incontrolable al casco urbano. Más de 30 manzanas permanecen inundadas.
Bomberos voluntarios de varias localidades de la región trabajaron ayer sin pausa. Deberán seguir quizá por varios días más. Entre otras tareas, se colocaron bombas para desagotar el pueblo y enviar el agua por canales de desagües abiertos al este.
Pero el esfuerzo parecía insuficiente ante el enorme caudal que seguía llegando desde campos pegados al ejido urbano, también anegados.
Rubén Morero, intendente de Freyre, indicó a este diario que se necesitarán varios días para que se normalice la situación. El municipio declaró la “emergencia hídrica y sanitaria” para que intervengan las autoridades provinciales. Ayer estuvieron aquí los ministros de Agua, Ambiente y Energía, Manuel Calvo, y de Desarrollo Social, Daniel Passerini.
“La situación nos desbordó. Es imposible manejar semejante caudal. Nuestros recursos fueron superados. La emergencia permite a la Provincia tomar decisiones como construir alcantarillas y abrir caminos, entre otras medidas para desagotar la localidad”, apuntó el intendente.
Técnicos de la Provincia y el municipio estudiaban ayer por donde abrir nuevos canales de desagüe que evacuen el agua de la zona urbana. “Cuatro máquinas que envió la Provincia están abriendo canales perimetrales para desviar el agua de los campos que por pendiente natural desagotan en el pueblo”, agregó Moreno.
La falta de canalización adecuada de los excesos hídricos en los campos de la zona quedó en evidencia.
La Voz del Interior recorrió la zona inundada, donde muchas familias estaban aisladas sin poder salir de sus casas. Los chicos aprovecharon el agua para darse chapuzones en una jornada de sofocante calor.
Testimonios. Muchos de los vecinos afectados decidieron quedarse en sus viviendas cuidando sus pertenencias y enviaron a mujeres y niños a los albergues. Según el municipio, unas 50 personas permanecían evacuadas. En el Centro de Jubilados había cinco familias. Allí, Gisela contó que en la madrugada del martes el agua parecía una “catarata” entrando a su casa. “Mi papá se quedó cuidando las cosas. Tenemos 50 centímetros dentro de las habitaciones”, precisó.
Alejandra Toledo, vecina de barrio Manfrey, a pocas cuadras de esa empresa láctea, comentó que la lluvia cayó de golpe y no les dio tiempo a nada. “Levantamos la heladera con ladrillos y pusimos las cosas sobre la mesa para tratar de salvar al menos algo”, contó.
Unas mil casas, que representan casi la mitad del pueblo, resultaron afectadas.