
Tal y como reza la contraportada del libro «Cómo ser una mamá cruasán» , cuando la periodista nortemericana Pamela Druckerman se muda a vivir a París y nace su bebé, no aspira a convertirse en una mamá a la francesa. Nunca se había imaginado que el modo en que los franceses crían a sus hijos fuese especialmente digno de admiración. Sin embargo, la autora observa que los niños del país vecino se comportan educadamente en los restaurantes y comen de todo, duermen toda la noche desde los cuatro meses, no gritan ni piden cosas constantemente y saben jugar solos mientras sus padres los observan a ...