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Operación evacuar el islote

En la playa de Sfiha, dentro de la bahía de Alhucemas (Marruecos), hay una situación rara. Decenas de militares y policías marroquíes vigilan un minúsculo e inhóspito peñasco pegado a la costa: Isla de Tierra. Algunos agentes y soldados están uniformados. Otros van en bañador y juegan al fútbol descalzos. Pero todos controlan que nadie tome fotos ni se acerque demasiado al islote. Es el trozo de tierra español en el que se han asentado 81 inmigrantes subsaharianos a lo largo de la última semana. Llegaron en dos grupos, uno de 19 personas el miércoles y otro de 68 el domingo. Argumentan que, como están en España, el Gobierno debe trasladarlos a la Península. Y se agrupan en torno a la bandera rojigualda de hierro izada en medio del islote.
El Ejecutivo solo se ha ocupado por el momento de los más vulnerables: menores, sus madres y mujeres embarazadas. Solo seis personas han salido del islote. A los demás no quería trasladarlos a Melilla ni a la Península por miedo al efecto llamada, pero tampoco sabía qué hacer con ellos. Para resolver la situación, el Gobierno pidió ayuda a Marruecos el domingo pasado a través de los ministros del Interior y de Asuntos Exteriores y, a última hora de ayer, aseguraba que se había alcanzado un principio de acuerdo con el reino alauí.
Que Marruecos estaba ayer colaborando con España era evidente. El enorme despliegue de agentes que había en la playa hacía imposible que llegaran más personas al islote e impedía que el problema fuera más allá. Pero no siempre ha sido así. Si la playa hubiera estado controlada desde que surgió el conflicto el miércoles pasado, el grupo de 68 personas que llegó el domingo de madrugada no lo habría conseguido. La zona por la que se puede acceder al peñasco es muy pequeña, y no hay posibilidad de burlar una estrecha vigilancia.
En todo caso, la cooperación con Marruecos para lograr una solución a largo plazo no resuelve el problema concreto de los 81 inmigrantes que ya están en Isla de Tierra. ¿Los van a desalojar para trasladarlos de manera forzosa? ¿Quién va a hacerlo? ¿Cómo? ¿Y a dónde? “He hablado con una inmigrante de Camerún que llegó el miércoles pasado y dice que están muy angustiados porque no tienen información de ningún tipo”, aseguraba ayer Armel Nya, de la asociación humanitaria Elin. “No saben qué puede pasar con ellos. Pero no me ha dado la sensación de que estén dispuestos a dar marcha atrás”. La mujer ha podido contactar con él gracias a la batería del teléfono de una de las personas que llegó el domingo. Cuando esa fuente de energía se acabe, quedarán de nuevo incomunicados.
Los inmigrantes, a pesar de ser casi un centenar, apenas se ven desde la playa. Se han resguardado en el lado más al norte, que no se ve desde la costa. Solo de vez en cuando asoma alguno detrás de la bandera para observar el despliegue de las fuerzas de seguridad marroquíes. En el islote no hay nada que hacer. Pasean de tanto en tanto, algunos con camisetas sobre la cabeza para protegerse del sol, y otros se sientan junto a pequeñas lonas que crean zonas de sombra. No hay árboles y hace calor, aunque el fuerte viento lo hace más tolerable que en los días anteriores, señala un hostelero de la zona.
El único movimiento del día en Isla de Tierra, vallada con alambre de espino y con carteles que informan en español, árabe y francés de que está prohibido el acceso, es la llegada de una zodiac a las seis de la tarde. Un grupo de militares procedentes del contiguo Peñón de Alhucemas, donde hay desplegada una guarnición del Ejército español, se acerca a la isla para lanzarles bolsas con agua y comida. Los inmigrantes se agolpan en uno de los extremos para recibir esta ayuda básica, pero algunos paquetes caen al agua. Los soldados no bajan de la lancha en ningún momento, acaban su labor, rodean la isla y regresan a su peñón con aspecto de cárcel decimonónica.
Más tarde, el despliegue de agentes marroquíes se incrementa. Parte de la playa, la más cercana al islote, es desalojada. Los bañistas se tienen que trasladar a otra zona. Aparecen cuatro furgones militares y otros cuatro de la Gendarmería. Parece que quizá se esté preparando algún tipo de intervención. Dos agentes informan de que a partir de ese momento está prohibido hacer fotos. Pero los detalles de la operación son un misterio, y no será fácil de ejecutar. Isla de Tierra es suelo español y los 81 inmigrantes no quieren abandonarla rumbo a Marruecos.