Buscar este blog


Stephen King, el hombre común poseído por la palabra escrita

Cuando tenía 5 años, Stephen King le preguntó a su madre si alguna vez había visto morir a alguien, y le pidió que se lo describiese con detalle. A los 7, enfermo y sin poder salir de casa, comenzó a escribir cuentos basados en los tebeos de aventuras que devoraba. A los 8 vendió cuatro de estos relatos a 25 centavos cada uno. A los 14 novelizó la película El péndulo de la muerte, de la que era fan, y vendió 40 ejemplares del libro en el colegio (“fue mi primer best seller”, dice en sus memorias). A los 18, publicó en una revista su primera historia, Fui un ladrón de cadáveres adolescente.

Y a los 27, cuando vivía en un remolque con su mujer y sus hijos y daba clases de inglés en un pequeño pueblo de Massachusetts, vendió su primera novela, Carrie, por la que recibió 100.000 dólares al lograr un éxito sorprendente. O no tanto: como muestran estas anécdotas recogidas en su obra autobiográfica Mientras escribo, Stephen King siempre supo que se convertiría en Stephen King, el autodefinido “McDonald’s de la literatura”, el llamado “rey del terror”, uno de los escritores más prolíficos y leídos del mundo. Ahora publica un nuevo libro sobre el asesinato de JFK, 22/11/63.

Las cifras son contundentes: 67 libros –entre novelas, colecciones de cuentos y obras de no ficción– publicados en los últimos 37 años, 44 adaptaciones al cine –es uno de los escritores más trasladados a la gran pantalla–, unas ventas que superan los 350 millones de ejemplares en cerca de 50 idiomas... “Todavía me estoy preguntando si es por algo que hay en mí o si simplemente me ha tocado la lotería. Supongo que las dos cosas”, ha escrito.

Una vida corriente
En realidad, la historia de este hombre que se ha ganado la vida con novelas repletas de sangre, muerte y sucesos paranormales es bastante común y no cuenta con grandes giros narrativos. Nacido en 1947 y criado en una pequeña ciudad americana, tuvo una infancia normal y fue un buen estudiante, apasionado del cine, los cómics y las historias de ciencia ficción. Licenciado en Lengua Inglesa y con una vida familiar estable –lleva 40 años casado con la misma mujer y tiene tres hijos y cuatro nietos–, se dedica a la escritura a tiempo completo desde 1973.

Sin embargo, no ha estado libre de demonios. Fue alcohólico y drogadicto durante más de 10 años. “No recuerdo casi nada de esa época. Cuando no estaba con resaca, estaba borracho”, dijo en una entrevista. Hasta que su mujer y sus amigos le mostraron la basura de su hogar –latas de cerveza, cigarrillos, cocaína, xanax, valium, nyquil...– y decidió pedir ayuda y abandonar toda sustancia. “Entonces pensé: ‘Vale, he salvado mi vida, pero ya nada me estimula’. Creí que no volvería a escribir. Pero luego descubrí que la literatura era suficiente para mí. Y lo estúpido es que seguramente siempre había sido así”, comentó.

Desde entonces, aparte de un grave accidente de coche que sufrió en 1999 –fue atropellado– y del que tardó mucho en recuperarse, King ha disfrutado de una vida plácida, poseído por la palabra escrita. Incluso ha comenzado a gozar de cierto reconocimiento: en 2003 ganó el National Book Award honorario por su “contribución a la literatura americana”... no sin que muchos críticos pusieran el grito en el cielo. A él no parece importarle: “Siempre me preguntan que por qué no hago una novela seria, sobre profesores universitarios con problemas de impotencia o algo así... Simplemente, no me interesa. Me llevó 20 años dejar de avergonzarme por el tipo de libros que escribo. Ahora estoy orgulloso de ellos”.