"En la Misa nos unimos a la oración de Cristo"
Queridos hermanos y hermanas:
Quisiera hablar hoy sobre la oración de Jesús en la Última Cena, en la que Él celebra su Pascua, anticipa su Cruz y su Resurrección, se entrega a sí mismo a sus discípulos e instituye el sacramento de la Eucaristía.
La gran oración del Señor, que se expresa con sus gestos y palabras sobre el pan y el vino, comprende una doble dimensión. El agradecimiento y la alabanza que sube al Padre, es también bendición. La ofrenda presentada baja hasta el hombre santificada por el Omnipotente.
La Iglesia, por mandato de Jesús, repite esta oración en las palabras de la consagración con las que el pan y del vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Así, cada uno de nosotros, participando en la Eucaristía, alimentándonos de esas especies, unimos nuestra oración a la de Cristo, para que nuestra vida no se pierda, y no obstante nuestra debilidad, se vea totalmente transformada.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a participar con fe y devoción en la Eucaristía, a unirse más profundamente a la ofrenda de alabanza y bendición de Jesús al Padre, y así poder trasformar vuestra cruz en sacrificio libre y responsable, en amor a Dios y a los hermanos. Muchas gracias.
Quisiera hablar hoy sobre la oración de Jesús en la Última Cena, en la que Él celebra su Pascua, anticipa su Cruz y su Resurrección, se entrega a sí mismo a sus discípulos e instituye el sacramento de la Eucaristía.
La gran oración del Señor, que se expresa con sus gestos y palabras sobre el pan y el vino, comprende una doble dimensión. El agradecimiento y la alabanza que sube al Padre, es también bendición. La ofrenda presentada baja hasta el hombre santificada por el Omnipotente.
La Iglesia, por mandato de Jesús, repite esta oración en las palabras de la consagración con las que el pan y del vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Así, cada uno de nosotros, participando en la Eucaristía, alimentándonos de esas especies, unimos nuestra oración a la de Cristo, para que nuestra vida no se pierda, y no obstante nuestra debilidad, se vea totalmente transformada.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a participar con fe y devoción en la Eucaristía, a unirse más profundamente a la ofrenda de alabanza y bendición de Jesús al Padre, y así poder trasformar vuestra cruz en sacrificio libre y responsable, en amor a Dios y a los hermanos. Muchas gracias.