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Catar se erige en el mediador omnipresente en el mundo musulmán

El anuncio la semana pasada de que los talibanes afganos van a abrir una oficina política en Catar dice tanto o más del creciente peso político de ese pequeño emirato como de las intenciones de la milicia. La diplomacia catarí lleva varios años mediando en algunos de los problemas más intratables de la zona (Sudán, Yemen, Líbano). Sin embargo, desde el estallido de la primavera árabe su alineamiento con las revueltas ha dado un nuevo énfasis a ese esfuerzo. Como el empeño en albergar grandes eventos deportivos, su política exterior busca sin duda prestigio internacional, pero es sobre todo la estrategia de supervivencia en un entorno regional difícil de un país limitado por su demografía, aunque dotado de ingentes recursos naturales.