Cuando Poncio Pilatos preguntaba al pueblo y a las autoridades, si
deseaban que se soltara a Jesús o a Barrabás, la gente se inclinaba
por éste último, y es que la triste realidad es que la humanidad
prefiere al ego que a la divinidad, repudiando el trabajo interior
Crístico. En fin, en el drama cósmico se refleja la lucha de la luz
y las tinieblas. La luz Crística, iluminando las tinieblas del ego
del Iniciado, donde siempre el Cristo culmina victorioso su trabajo.
El Cristo al morir dentro del Iniciado, pasa tres días esotéricos
purificando el alma del místico, limpiándolo de todo pecado. A
partir de aquí los cuerpos de oro mueren para dar nacimiento a los
cuerpos de luz. Al convertirse en un ser iluminado puro, está
realmente preparado para la unión con el Padre que está en secreto.
Con la resurrección se convierte en un Rey de Reyes, en un Ser
inmortal, es verdaderamente libre, y todos los principio anímicos y
espirituales en Él resucitan y el Padre resucita en Él. Por eso
Jesús decía..."Nadie llega al Padre, sino por el Hijo". "Quien ha
visto al Hijo, ha visto al Padre".