Mis primeras series I: Sailor Moon
Bunny Tsukino es una adolescente insoportablemente gritona cuyo poder radica en la habilidad insuperable para el camuflaje: un cambio de faldita y una diadema y nadie sabrá quién eres. Seguro que sacó matrícula de honor en la Superman School of Disguise.
Ventana externa
Cada capítulo duraba unos 20 minutos de los cuales aproximadamente un tercio se empleaba en los cambios de traje, ataques y posturitas varias. Este video es la versión corta de la transformación grupal.
Ventana externa
Lo que empezó como una serie autoconclusiva fue convirtiéndose con el paso de sus cinco temporadas en una mitología llena de pasados reales, hijas del futuro, guerreros de la galaxia y todo tipo de parafernalia. Ya que estamos con los vídeos de transformaciones, aquí tenéis a las bolleras Urano y Neptuno más Plutón, no se quedan cortas tampoco.
Ventana externa
Si es que… con lo rápido que se transforma el Señor del Antifaz, uno de mis CILFs juveniles. Aunque de los dibujos animados que me tiraría ya escribí una entrada.
Como todo anime exitoso que se precie, Sailor Moon tuvo su propio live-action, es decir, una serie con personas de carne y hueso de calidad generalmente dudosa. En el caso que nos ocupa no hay lugar a dudas: es una cosa vergonzosa cuya referencia más cercana que se me ocurre son los Power Rangers.
Ventana externa
Con todo, yo sigo teniendo mucho cariño a Sailor Moon. No en vano fue mi serie favorita allá a mis tiernos 10 años, cuando por el día me peleaba con mi madre para que me dejase llevar una zapatilla de cada par como Punky Brewster y por la tarde jugaba a transformarme en guerrero Marte.